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Mitla, Oaxaca


Mitla Oaxaca 
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Después de un largo trayecto de aproximadamente 7 horas llegamos a nuestro destino. Desde el primer día recorrimos calles, mercados y panteones, terminábamos totalmente agotados. ¡Pero qué más da!, estábamos en Oaxaca y en la celebración de Día de Muertos.
 
Uno de nuestros destinos fue la Zona Arqueológica de Mitla (aproximadamente a 40 minutos de la Ciudad de Oaxaca). Tomamos un taxi para ir a Mitla, el taxista parecía mas bien un guía de turistas, nos explicaba que pasaríamos por Santa María del Tule (un pueblo a las afueras de la ciudad famoso por albergar el árbol del Tule). Llegamos y bajamos a conocer el inmenso árbol de más de 2000 años, no duramos mucho fuera del taxi, un calor de 35° nos hizo regresar de inmediato y retomar el camino a Mitla.
 
Después de 40 minutos de viaje y un calor abrumador por fin llegamos, un pueblo pequeño rodeado de grandes montañas, que se distingue por su zona arqueológica y su mercado de artesanías. Mitla se caracteriza por sus talleres textiles y sus grandes artesanos que realizan un trabajo realmente hermoso.
 
Al llegar al lugar lo primero que hicimos fue comprar una nieve, el calor lo exigía, no nos sorprendió que la nieve fuera de mezcal. Nos alegró que a medio día aún fuéramos pocas personas recorriendo las ruinas, adentrándonos en el Palacio Principal, su plaza y conociendo su ancestral reloj. Una vez concluido el recorrido por la zona, pasamos a la iglesia que está ubicada a unos metros de las ruinas. Mis compañeros de viaje encontraron refugio del intenso calor en unas bancas fuera de la iglesia, bajo unos grandes árboles que hacían una valiosa sombra.
 
A mí me llamó la atención el campanario de la iglesia, había unos jóvenes tocando las campanas para la misa de la tarde; saqué mi cámara para tomarles una foto, pero desafortunadamente notaron mi presencia y se escondieron, me mantuve en el mismo lugar unos minutos para intentar nuevamente hacer mi foto.
 
Inesperadamente noté la presencia de un señor a mi lado, él me saludó y yo regresé el saludo, me preguntó si era fotógrafo, 
contesté que sí, después de unos segundos de analizarme me preguntó de dónde era, le respondí que de la Ciudad de México. seguido de eso ocurrió algo inexplicable… me dijo que si era de Chile, sin que me diera oportunidad de aclarar ese malentendido, me dijo que se llamaba Joel Juárez y me invitó a conocer su taller textil para que me explicara el proceso del tejido y aprovechar para tomar unas fotos y llevarlas a mi país. Sin dudarlo un segundo le dije que me encantaría, acto seguido, me encontraba caminando con mi novia y mis amigos a su casa, ubicada a unos pasos de la iglesia.
 
El señor Joel nos explicaba que tiene dos talleres, antes de que entráramos nos advirtió que su casa era muy humilde pero que éramos bienvenidos, pasamos por una puerta de madera tan vieja que apenas se sostenía.
 
Ya en su casa, el señor Joel comenzó a explicarnos todo el proceso, enredar hilos, con una rueda de bicicleta y un pedal; pasamos casi de inmediato al proceso del tejido a una de sus tres máquinas, cada una tiene diferente tipo de patrones y de hilos. El señor subió a una de las máquinas que tiene cuatro pedales que van obedeciendo a los patrones que indican que tipo de tejido será, nos explicaba mientras trabajaba que existen muchos tejedores pero pocos son artesanos, él por su parte se inspira en las texturas de las ruinas de Mitla para diseñar sus tejidos, cosa que encanta a los turistas. Nos mostró unos cartones con sus patrones dibujados, nos explicó minuciosamente cada paso a seguir y como se va generando el tejido, hablaba de su trabajo de una manera tan sencilla para él y tan compleja para nosotros, y con una pasión que demostraba cuanto ama y disfruta su trabajo.
 
Se subió a la segunda máquina continuando con el mismo proceso, cuando nos dimos cuenta, ya habían pasado casi dos horas de que habíamos llegado a Mitla, lo que indicaba que nuestro taxi estaba por llegar para llevarnos de vuelta. Le comentamos al señor Joel que debíamos retirarnos, un poco apenados por interrumpirlo en su explicación, nos dijo que antes de irnos debíamos ver su trabajo terminado.
 
Nos llevó a un cuarto donde tenía mesas llenas de rebozos, camisas, vestidos y los tradicionales huipiles, era un cuarto grande, al fondo había un altar, muy en tono con la celebración de Día de Muertos, adornado con velas y flores de cempasúchil, hacía un bello contraste con el piso azul. Nos comentó que su sobrina vendía su trabajo en el mercado de artesanías y que la mayoría de sus rebozos se iban a la frontera para ser exportados.
 
Nos dijo que su intención al mostrarnos su trabajo no era vender, sino que las fotos que tomáramos en su taller fueran el medio para que más gente conociera de él y su trabajo, y se sentiría orgulloso de ser reconocido fuera de Mitla.
 
Mi novia y yo asombrados de la belleza y dedicación de su trabajo, compramos dos rebozos, cada uno costó 200 pesos, lo cual se nos hizo extremadamente barato, pero el señor Joel insistió en darnos ese precio.
 
Se despidió de nosotros diciendo: “Espero les haya gustado mi taller”. Agradecidos de tan increíble encuentro, caminamos hacia la salida pasando por la misma puerta vieja de madera que apenas se sostenía.
 
 
 
 
 


Mitla, Oaxaca
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