LA MUERTE DEL JEAN
Los jeans no son una prenda cualquiera.
Son mucho más que un buzo, una camisa o un par de zapatos.
Porque los jeans no nacen el día que los fabrican, nacen el día que te conocen,
Son mucho más que un buzo, una camisa o un par de zapatos.
Porque los jeans no nacen el día que los fabrican, nacen el día que te conocen,
que los elegís y te los llevás. Y viven con vos.
Te los ponés, te los sacás, te los sacan de memoria un millón de veces. Se estiran, se ensanchan, quedan duros como cartón cuando los lavás y se sienten como piel al segundo día seguido que los usás.
Te los piden prestados. No los prestás ni en pedo.
Se gastan, se raspan, se ensucian, se rompen, se enganchan.
Se manchan con cosas que salen y con cosas que no.
Se les pierden botones, se les descocen los dobladillos, se les rompen los bolsillos. Esos donde ponés tus manos, las llaves, algún mango, el celular, un papelito con un teléfono, una púa de guitarra, hojillas, forros, chicles.
Es así. Tu jean tiene vida propia.
Y como todo lo que tiene vida, un día muere.
Ese día, como cuando se muere algo o alguien que querés,
vas a estar un poco triste.
Porque sabés que van a venir otros jeans, pero como esos, ninguno.
Te los ponés, te los sacás, te los sacan de memoria un millón de veces. Se estiran, se ensanchan, quedan duros como cartón cuando los lavás y se sienten como piel al segundo día seguido que los usás.
Te los piden prestados. No los prestás ni en pedo.
Se gastan, se raspan, se ensucian, se rompen, se enganchan.
Se manchan con cosas que salen y con cosas que no.
Se les pierden botones, se les descocen los dobladillos, se les rompen los bolsillos. Esos donde ponés tus manos, las llaves, algún mango, el celular, un papelito con un teléfono, una púa de guitarra, hojillas, forros, chicles.
Es así. Tu jean tiene vida propia.
Y como todo lo que tiene vida, un día muere.
Ese día, como cuando se muere algo o alguien que querés,
vas a estar un poco triste.
Porque sabés que van a venir otros jeans, pero como esos, ninguno.
