Todo tiempo pasado fue mejor, es un dicho popular que le permite evocar a cada generación lo transcendente e imborrable de los eventos, lugares, personas, cualidades, valores, entre otros que atravesaron sus vidas en un lapsus de tiempo determinado.

 

Pese a lo anterior, los colombianos hemos venido usando la perdida de la memoria como mecanismo de defensa, y bajo esa estrategia, la herencia histórica que debería transitar por las generaciones de los pueblos, ha sido decantada al punto de anular el sentido de muchos apartes de nuestra historia. 

Sin embargo, el colombiano tiende a perder un tipo de memoria relacionada con lo emotivo.  Umberto Eco, en su libro La Misteriosa Llama de la Reina Loana, clasificaría este daño cerebral como ausencia de la memoria personal, la más ligada a las emociones, diferente de la memoria histórica. Aquello se puede resumir en una escena del mismo libro, donde el personaje principal podía recordar la fecha en que Napoleón había nacido, pero no recordaba a su esposa. 

Lo anterior daría espacio para relacionarnos con un amplio espectro de estudio, pues en el tiempo hemos dejado de lado infinitos capítulos de ese libro de historia que constituye lo que hoy somos como país, sociedad, familia e individuos, por lo que se ha delimitado como espacio de trabajo La Estación del Tren de la Sabana.

El sistema ferroviario en Bogotá, del cual hace parte La Estación del Tren de la Sabana, es un conjunto de elementos visibles y audibles a las personas que habitan esta ciudad, no obstante,  como pretende dar cuenta este proyecto, este lugar carece del significado e importancia para los actores a los que les compete la conservación del patrimonio, el estado y los ciudadanos.

En consecuencia con la anterior, la memoria y el patrimonio, vistos como elementos coexistentes para la conformación del marco histórico de los pueblos; y el papel que debe desempeñar cada ciudadano como responsable de lo público, son el fundamento de este proyecto.