Paisaje provisional #1 -MODULAR- Óleo sobre lienzo, 120 x 120 cm. 2014
Paisaje provisional #2 -CÚMULO- Óleo sobre lienzo, 250 x 100 cm. (díptico) 2014
Detalle.
Paisaje provisional #3 -REFORMA- Óleo sobre lienzo, 170 x 170 cm. 2014
Paisaje provisional #4 -ACOPIO- Óleo sobre lienzo, 180 x 260 cm. (díptico) 2014
Detalle.
Paisaje provisional # 5 - 6 - 7 -RECOSTADOS- Óleo sobre lienzo, 200 x 40 cm. 200 x 40 cm. 200 x 100 cm. 2014
Paisaje provisional #8 -TENDIDO- Óleo sobre lienzo, 100 x 210 cm. 2014
Paisaje provisional #9 -TEMPORAL- Acrílico sobre lienzo, 200 x 170 cm. 2014
Paisaje provisional #10 -AGLOMERADOS- Óleo sobre lienzo, 200 x 330 cm. (tríptico) 2014
Detalle.
Paisaje provisional #11 -SITIO- Óleo sobre lienzo, 183 x 608 cm. (políptico) 2014
Detalle.
La mirada detenida
Experimentar una ciudad como Medellín, que se encuentra en permanente construcción, nos ha llevado a descubrir en definitiva una serie de objetos y elementos de nuestro entorno como una singular situación cultural y ambiental que para Pablo Guzmán no pasan desapercibidas. Al caminar ve esas cosas que pasan, pero también de alguna manera, las ve con el cerebro que interpreta los datos retinianos y los traduce a algunas obras y a algunos artistas en la historia del arte. Si en cada mirada se activa una especie de algo ya visto, es porque su formación tanto en la técnica como en el conocimiento han influido en su mirada para ver en lo que ve, todo, permeado y contaminado por el arte: Picasso, Manolo Valdez, Doris Salcedo, Frank Stella, entre otros.
Una libreta de apuntes, una cámara fotográfica y un lapicero, acompañan sus paseos por la ciudad. Hace pintura de lo ya hecho por la fotografía, a la que considera como una herramienta similar al dibujo. De ésta última, que se instaura como un documento, como parte de un proceso más que como un fin en sí misma, suprime aspectos que no son muy significativos con el objetivo de potenciar la imagen pictórica: color, proporción y composición, para resolver la dicotomía entre espacio tridimensional y espacio bidimensional, por eso toma decisiones con cautela. En este sentido piensa que hacer arte es una manera de traducir un alejamiento del referente original al procesar la información recibida, al pasarla por un filtro, analizarla, estudiarla y comprenderla después como artificio, para pasar luego a la pintura configurándola como una realidad nueva, y a partir de allí, toma decisiones, balancea el color, y aplica la lógica de la pintura, su plenitud.
Pablo juega con la realidad. Si antes convocaba la mirada -cómplice de sus personajes- para resolver con solvencia sus propuestas, hoy, estos personajes ya no tienen presencia sino a través de los objetos. Abandona la figura humana para centrar la mirada en las cosas y sus cualidades a la espera de ser reutilizadas; son elementos habituales y temporales, investidos de un aura urbana que les confieren estas abstracciones encontradas, estos paisajes que se definen en la frontera realista por el tratamiento de la imagen, y por la composición un tanto abstracta.
En una de sus producciones anteriores era posible advertir el interés por los elementos emancipados de la figura humana; particularmente en aquellas obras donde representaba “cuadros” con el bastidor torcido intencionalmente que disponía sobre la pared evidenciando esta anomalía. La escena se complementaba con otra pintura recostada a la pared que representaba a un espectador observando atentamente dicha irregularidad. Ya en esta serie de trabajos podía insinuarse el paso siguiente. En adelante concentraría su atención en los residuos de los materiales de su taller, en los sobrantes de cosas encontradas, en los elementos diversos yuxtapuestos ordenadamente al interior de una marquetería y, paralelamente, también extendió su atención a la ciudad, especialmente a los sobrantes de la industria de la construcción y a los elementos dispuestos transitoriamente para ser manipulados, o bien, hacia aquellos elementos que fueron desechados. Su mirada se desplaza hacia los elementos de la arquitectura en construcción y se detiene en el nuevo paisaje que nos sorprende en el acto de mirar. Así, abre espacios a la emoción por sabernos ubicados en lo que cubren, pues las nuevas pinturas también parecen desechos, residuos sobre la pared.
La premisa “una pintura sobre la pared, ya de hecho, es un principio collage”, parece ser la constante en el montaje de sus obras realizadas a escala para establecer relaciones concretas con el espacio que las contiene. Un montaje que permite vagar la mirada y el cuerpo por cada obra, intentando descubrir los itinerarios de sus historias urbanas y, en consecuencia, ganarle espacio a la emoción que produce el tratamiento técnico. Cada obra vive en silencio sin impacientarse, un silencio cómplice que proviene del diálogo entre la pintura y la sensibilidad de su autor.
Paisaje provisional, es una exposición para ser apreciada y configurada en la totalidad de un ambiente panorámico. En su autonomía, cada pintura configura un horizonte que bloquea la vista. Cada pintura es un “paisaje” que nos priva la posibilidad de apreciar el otro paisaje bloqueado, que solo es posible advertir cuando las pinturas son observadas en conjunto. Reformar, acopiar, sitiar, modular, aglomerar, tender, son algunos de los verbos que rigen sus inquietudes espaciales al proponer en el montaje la confluencia de ámbitos de percepciones espaciales diferenciados: ámbito espacial concreto (punto de partida) vs ámbito espacial ficticio (plano de la tela) vs ámbito espacial escenográfico (montaje), ordenados uno a uno para descartar información contradictoria, distractora.
Pablo Guzmán pareciera fotografiar con el pincel. En el pincel estarían los sensores oculares-dactilares que interpretan lo que ve cuando merodea por la ciudad captando los residuos, las barreras, los cercos que conservan las huellas de los oficios amurallados en un horizonte inmediato, en una mirada que choca, en una mirada detenida.
ARMANDO MONTOYA
Docente e investigador
Facultad de Artes
Universidad de Antioquia
