En el cuadro que se baja, en el busto que se quiebra, en la palabra necesaria. Pero también en los indultos, en los puntos, en las obediencias, en los cabildeos por destacamentos oscuros. En los malditos y en las ausencias.
Somos cerebros caminantes que hilvanan recuerdos. Cada eslabón tiene un significado y la falta de alguno no es pura coincidencia ya que somos responsables de la cadena de remembranzas que nos sostiene. Romperla es pasaje inevitable para viajar al precipicio mismo de los errores a repetir, un déjà vu de piedras por volver a tropezar.
Nuestro seguro descansa en lo que llamamos y honramos como “memoria”.