El laboratorio Creer y Crear la Paz fue un proyecto social que buscó promover un espacio de encuentro, juego y creación a través de la fotografía estenopeica, trabajando junto a niños y niñas de la Plaza de La Hoja, vivienda de interés prioritario ubicada en el centro de Bogotá.  Lugar donde convergen colombianos de distintos departamentos, afectados por la ola invernal, el desplazamiento forzado y la extrema pobreza, junto a ellos, buscamos movilizar el trabajo colectivo para fortalecer los lazos sociales, al explorar, jugar, imaginar y descubrir la magia de la fotografía.

Fue un laboratorio desarrollado durante tres meses (agosto a diciembre 2017) enfocado en encontrar valores que permitieran crear lazos afectivos, descubrir similitudes con las personas que nos rodean, integrar modos de ver y habitar el mundo; además de fortalecer tejidos sociales, transformando las fronteras individuales y hablando el lenguaje común del trabajo colectivo.

A través del laboratorio tuvimos la oportunidad de compartir con varios niños y niñas que viven o frecuentan La Plaza de la Hoja, en este proceso pudimos conocer parte de sus historias y la manera de entenderse y narrarse en diversos lenguajes; explorar la fotografía no solo como lenguaje expresivo sino como oportunidad de participación e interpretación del territorio en el que se habita. En este sentido, buscamos proponer diferentes lugares de enunciación, que validaran los propios términos, desde el reconocimiento personal y el reconocimiento de las personas que allí se encuentran, en este mismo habitar común que nos lleva no solo a ser vecinos, sino a construir realidades conjuntas.

Observar como tímidamente los niños y niñas empezaron a acercarse al proceso de fotografía, a contarnos quienes son y sus vivencias en el barrio, contar con su asistencia y escuchar sus historias, ver como se retrataban, elegían lugares de su barrio para fotografiar, hasta organizar a sus familias para ser retratadas y convocar a sus vecinos para contarles cómo habían tomado las fotos expuestas finalizando el taller, nos reafirma que, apostar por coexistencias más sensibles y armónicas traza caminos que  pueden hacer renacer  las voces de los niños y niñas y la motivación de los corazones para crear en conjunto.