Itagüí, octubre 2020
              
                                                               Ema:
    
                                                                        Muchas veces he tenido el privilegio de escuchar a ema, en el trabajo, tomando tinto, cerveza, ron, guaro, escuchando chin chon chau, caminando, en el carro, el día que me casé, en fin, las veces que hemos hablado son incontables. Además, existe por él una admiración profunda por todo lo que fué, es y será. Pero, a pesar de tantas vivencias, esta vez que hablamos fue totalmente diferente. Es probable que, al igual que a muchos de nosotros, todo este embrollo de la pandemia causada por el covid-19, nos haya hecho reflexionar sobre lo que queremos y cómo vamos a hacer para obtenerlo, sumando el hecho que a pesar que el mundo se detuvo, la vida siguió su recorrido y con ella los buenos momentos y los no tan buenos. Los últimos son los que nos terminan transformando. 

Después de almorzar un delicioso sancocho preparado por monimoni, la compañera de vida de ema, nos tomamos una copa de ron y empezamos a hablar de arte, del barrio, de la violencia, y como gracias a esas situaciones él descubrió su sensibilidad por la pintura, la escultura y las artes en general. Me contó varias anécdotas, como la de las historias de su abuelo, viejo cascarrabias para muchos pero para ema era una persona mayor con achaques de la vida por la forma en que le tocó vivir. Con esto podría definir una parte de él. Puede que no lo parezca, pero Emanuel es alguien empático que trata de entender el actuar de las personas, es sólo que las calles le enseñaron que ese tipo de empatía es sinónimo de debilidad y en la selva de cemento, si eres débil, estás muerto. Me contó la forma en la que llegó a las artes plásticas y cómo su vida cambió cuando decidió estudiarlas en la Universidad de Antioquia, pasando sus días de estudiante comiendo mango "botafruta",(como dice mi amigo Edgar) y tomando sólo dos tintos al día porque siempre la pasión puede más que el racionamiento. 

Entre historias, preguntas, réplicas, gagueadas de mi parte y ron, se nos fue la tarde. Aquel día vi la parte más humana de ema, esa que sale cuando hablamos de lo que nos apasiona, esa que sale cuando contamos momentos sublimes, sensaciones creadas por momentos que no sabemos describir, esa que sale cuando estamos revisando nuestro interior. Quiero, y espero, que ema se reconozca en estas imágenes y en sus palabras, para mí fue un gran honor haber escuchado sus pensamientos y me alegra mucho que tenga entre sus planes retomar aquello que, sin importar el cansancio, el día o la hora, lo apasione tanto como su arte. 
Escuchar esta grabación varias veces mientras la montaba, me hizo sentir en la oficina 206 del bloque P-34 del Politécnico Jaime Isaza, prácticamente me hizo sentir como en casa. ¡Cómo extraño esos tiempos!

Querido, admirado, respetado ema, sólo resta decir que gracias a la confianza que me has tenido, aquí voy, dando la pelea por lo que quiero hacer de mi vida. De frente y sin miedo.

A usted que leyó hasta este punto, gracias. A ema, las palabras se quedan cortas para referirme a sumercé, sólo voy a decir que aquí me tiene.
                    
 Atentamente:
         
                       El Santy
Ema
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